En un extraordinario avance, los investigadores rastrearon los orígenes de la Peste Negra, una de las pandemias más mortales de la historia, hasta una pequeña región en Asia Central cerca de lo que hoy es Kirguistán.
Este descubrimiento arroja nueva luz sobre las raíces de la plaga que diezmó casi la mitad de la población europea en el siglo XIV y ofrece conocimientos cruciales sobre la evolución de las enfermedades infecciosas.
Descubriendo Claves del Pasado
La Peste Negra, causada por la bacteria Yersinia pestis, surgió por primera vez en Europa en 1347, extendiéndose rápidamente y dejando un rastro de devastación a su paso.
Sin embargo, a pesar de su impacto catastrófico, el origen preciso de esta pandemia ha eludido a los científicos durante siglos.
Investigaciones anteriores habían sugerido que la plaga podría haberse originado en Asia Oriental, específicamente en China, antes de ser transportada hacia el oeste a lo largo de rutas comerciales como la Ruta de la Seda. Sin embargo, la evidencia arqueológica y genética era escasa, dejando muchas preguntas sin respuesta.
Investigaciones recientes realizadas por un equipo internacional de investigadores liderado por científicos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y la Universidad de Tübingen finalmente proporcionaron las piezas faltantes de este rompecabezas histórico.
El equipo investigó dos sitios de entierro medievales cerca del lago Issyk Kul en Kirguistán, donde las lápidas que datan de 1338-1339 insinuaban una epidemia misteriosa.
Estas lápidas, inscritas en el idioma siriaco, mencionaban muertes debido a una “peste”, un término históricamente asociado con la peste.
Evidencia Genética Revela la Fuente
Para verificar el vínculo entre estos entierros y la Peste Negra, los investigadores extrajeron ADN de los dientes de individuos enterrados en estos sitios. Los resultados fueron innovadores: encontraron rastros de ADN de Yersinia pestis, confirmando que estos individuos habían muerto a causa de la plaga.
Más importante aún, el análisis genético reveló que las cepas encontradas en estos restos antiguos eran directamente ancestrales a las cepas que posteriormente se propagarían por Europa, causando la Peste Negra.
Este descubrimiento señala efectivamente el origen de la Peste Negra a esta pequeña región de Asia Central, específicamente en las montañas Tian Shan. La cepa de Yersinia pestis identificada en estos restos se considera la cepa “madre” de la cual surgieron todas las cepas posteriores de la Peste Negra.
Este evento, conocido como el “Big Bang” de la diversidad de la plaga, vio al patógeno diversificarse en múltiples cepas, las cuales causarían numerosos brotes en Europa y Asia en los siguientes 500 años.
Implicaciones para Comprender Pandemias
Las implicaciones de este descubrimiento van más allá de la curiosidad histórica. Al rastrear la línea genética de Yersinia pestis, los científicos pueden comprender mejor cómo evolucionan y se propagan los patógenos mortales.
La región donde se originó la Peste Negra todavía alberga roedores que llevan cepas modernas de la peste, destacando la amenaza persistente que representan las enfermedades zoonóticas, es decir, enfermedades que saltan de animales a humanos.
Johannes Krause, uno de los investigadores principales, enfatizó la importancia de comprender las condiciones bajo las cuales surgió una pandemia tan devastadora.
Reescribiendo la Historia de la Peste Negra
Este descubrimiento también desafía suposiciones arraigadas sobre la propagación de la peste. Sugiere que la peste no llegó directamente a Europa desde China, sino que se propagó de Asia Central hacia el oeste, probablemente facilitada por redes comerciales que conectaban regiones distantes.
El bacterio de la peste probablemente viajó con comerciantes y sus mercancías, moviéndose lentamente pero inevitablemente hacia las ciudades densamente pobladas de Europa.
Historiadores y científicos ahora están revisando la narrativa histórica de la Peste Negra, incorporando estos nuevos hallazgos para proporcionar una imagen más precisa de uno de los períodos más oscuros de la humanidad.
Integrar datos genéticos con evidencia arqueológica e histórica es una herramienta poderosa para desentrañar los misterios de pandemias pasadas.
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