Introducción

Una parte significativa de los cristianos en la actualidad considera que su fe implica ver el matrimonio heterosexual, monógamo y procreativo como la norma. Este punto de vista ha sido defendido por diversas tradiciones cristianas alrededor del mundo. Sin embargo, Diarmaid MacCulloch, en su obra Lower than the Angels, ofrece una mirada crítica hacia este conservadurismo, explorando la variada historia de las teologías cristianas sobre la sexualidad a lo largo de los siglos.

La Biblia y su papel en la sexualidad cristiana

MacCulloch sostiene que la Biblia es demasiado contradictoria y opaca para definir con claridad el pensamiento cristiano sobre el género o la sexualidad. A lo largo de la historia, las interpretaciones de los textos bíblicos han variado según las ambiciones de los líderes eclesiásticos y las elites a quienes servían. Adicionalmente, las influencias externas han moldeado la evolución de estas interpretaciones, incorporando elementos de las sociedades clásicas pese a sus prácticas de aborto e infanticidio.

La evolución histórica del matrimonio cristiano

El Nuevo Testamento promovió una visión contenida del matrimonio. San Pablo, por ejemplo, indicó que era mejor casarse que arder en deseo, y que los esposos se debían satisfacción mutua, el llamado “deber conyugal”. Sin embargo, había opiniones divergentes sobre cuánto afecto era aceptable entre cónyuges. En Oriente, las actitudes eran menos neuróticas, adoptando un enfoque más negativo hacia el sexo pero menos ansioso sobre la definición precisa del pecado sexual.

La difícil tarea de cristianizar a sociedades paganas

Los misioneros enfrentaron grandes desafíos al intentar imponer las normas sexuales cristianas a sociedades paganas. Los líderes locales a menudo se resistían a abandonar prácticas como la concubinato, y el celibato obligatorio para sacerdotes no fue adoptado en territorios como la Persia zoroástrica.

Cambios tecnológicos y su impacto en la sexualidad

Fue el cambio tecnológico, más que cualquier factor social, el que realmente desafió las enseñanzas sexuales de las iglesias. La invención del condón de caucho y la píldora anticonceptiva separó el sexo de la procreación, haciendo que el sexo fuera una experiencia placentera y debilitando el argumento de que la homosexualidad iba en contra de la naturaleza.

Reflexiones finales: ¿Hacia dónde vamos?

MacCulloch concluye su obra con un sentimiento optimista: cada vez más personas seguirán sus deseos auténticos en el futuro, con la posible aprobación de Jesús, visto como un maestro “juguetón”. A su juicio, los prejuicios como la homofobia son formas de intolerancia que se desvanecerán a medida que las iglesias culminen su proceso de iluminación liberal.