Las pirámides mesoamericanas han intrigado durante mucho tiempo a historiadores de América del Norte, Central y del Sur. Esta región ha sido un hervidero de templos precolombinos, incluidos el Mayan El Castillo y la Gran Pirámide de Cholula, la más grande del mundo por volumen. Y aunque no sean tan reconocidas, las pirámides aztecas son igual de intrigantes.

Desde el Templo Mayor en el corazón del Imperio Azteca en Tenochtitlan hasta El Tepozteco, el templo del alcohol, estas cuatro pirámides en México son ejemplos notables de la influencia y poder del Imperio Azteca.

Las Ruinas Del Templo Mayor En El Corazón Del Imperio Azteca

En 1978, trabajadores de la construcción que cavaban en el centro de la Ciudad de México se toparon con algo increíble: un monolito tallado que representaba una figura femenina decapitada y desmembrada. Investigadores identificaron la figura como la diosa azteca Coyolxauhqui. Más tarde, más excavaciones desenterraron las ruinas de un enorme templo que data del siglo XIV.

Construido en siete fases entre 1325 y 1519, el Templo Mayor una vez sirvió como el centro del Imperio Azteca.

Con unas medidas de aproximadamente 200 pies de altura y una base de 328 por 262 pies, la estructura contaba con dos escaleras que conducían a templos gemelos pintados de azul y rojo en referencia a los dioses de la lluvia Tláloc y del sol Huitzilopochtli.

La ciudad entera de Tenochtitlan giraba en torno al templo. De hecho, la ciudad estaba dividida en cuatro cuadrantes para imitar la creencia azteca en un universo de cuatro secciones, con el Templo Mayor como su “axis mundi”, el centro del mundo.

Para apaciguar a los dioses, los aztecas a veces realizaban sacrificios humanos en los templos. Los verdugos desmembraban y decapitaban a las víctimas