Con su rica historia precolombina y su enorme tesoro de tesoros culturales, México ha sido un objetivo principal para el saqueo arqueológico. Artefactos olmecas, aztecas, mayas y de otras culturas están dispersos por todo el mundo en museos y colecciones privadas.

Como resultado de las recientes campañas de concientización, algunos de estos artefactos arqueológicos perdidos están siendo devueltos gradualmente a México por instituciones y personas privadas.

El año pasado, por ejemplo, los restos de un niño mesoamericano, que habían estado guardados en un estante en el Departamento de Antropología de la Université de Montréal, fueron devueltos a México.

De los aztecas a los saqueadores modernos: Una larga historia de saqueos

El saqueo de artefactos arqueológicos en México se remonta a antes de la llegada de los europeos. “Mucho antes de la llegada de los colonizadores europeos, los objetos preciosos eran muy codiciados”, explicó Jacome Hernández. “Los aztecas, por ejemplo, exploraban sitios antiguos como Teotihuacán no con fines científicos, sino para llevarse sus tesoros y legitimar ciertos mitos”.

La búsqueda de artefactos valiosos se intensificó con la colonización europea, particularmente con el descubrimiento de objetos que contenían oro.

Un ejemplo emblemático es el penacho de Moctezuma, una pieza única hecha de plumas de quetzal, que ahora se encuentra en el Weltmuseum de Viena. “Algunos dicen que fue un regalo de Moctezuma a Cortés”, dijo Jacome Hernández. “El penacho sigue en Austria. Es una de las muchas piezas que salieron de México poco después del primer contacto con los europeos y nunca regresaron”.

El largo camino hacia la protección del patrimonio arqueológico de México

El reconocimiento de la necesidad de proteger el patrimonio de México es relativamente reciente. No fue hasta que México se convirtió en una nación y surgió un sentido de nacionalidad que se promulgaron las primeras leyes en 1868. Su propósito era prohibir la propiedad privada de objetos arqueológicos, pero su impacto fue limitado.

En aquel entonces, era común que arqueólogos extranjeros, apoyados por instituciones como el Instituto Carnegie y la Universidad de California, enviaran artefactos al extranjero para su estudio y nunca los devolvieran a su lugar de origen.

El largo proceso de repatriación

El proceso de devolución de artefactos es largo. “Cuando la universidad quiso devolver una caja con los restos del niño el año pasado, los procedimientos tomaron más de dos años”, recuerda Jacome Hernández. Se implicó una considerable cantidad de papeleo.

Una solicitud de repatriación puede ser realizada por una institución o un particular. En el caso de los 84 ejes mesoamericanos, un particular quiso devolverlos después de prestarlos a la Universidad de Princeton. Se puso en contacto con el consulado mexicano, que se encargó de los trámites administrativos con el INAH.

“En ese momento, el director legal inicia todos los procedimientos legales”, explicó Jacome Hernández. “Es un proceso riguroso basado en las leyes mexicanas sobre patrimonio arqueológico y propiedad cultural, así como en varios tratados internacionales. Un arqueólogo mexicano valida entonces las piezas arqueológicas y recomienda si deben ser devueltas o no, basándose en fotografías.

Crear conciencia sobre el saqueo y el papel de la UdeM

Uno de los argumentos utilizados con frecuencia para evitar devolver los objetos arqueológicos mexicanos es “he poseído esta pieza desde antes de 1972, por lo que no está sujeta a la ley”. Jacome Hernández cree que el cambio debe venir a través de la conciencia colectiva, así como mediante leyes más estrictas para desalentar tanto el saqueo en México como la compra de piezas arqueológicas.

“El patrimonio arqueológico saqueado carece de su valor cultural y contexto histórico”, dijo. “Se convierte simplemente en un objeto precioso o una pieza de valor estético”.

La ceremonia en la Université de Montréal para la devolución de los 84 ejes mesoamericanos tiene como objetivo recordar a las personas su verdadero valor cultural y fomentar la concienciación pública.

Christina Halperin, profesora asociada en el Departamento de Antropología, actuó como intermediaria en la devolución de estos objetos. A través de este proceso, la universidad está ayudando a devolver el significado de los artefactos.

“Como experta, no solo hablará sobre su valor estético; los situará en su contexto histórico y explicará cómo se utilizaban”, dijo Jacome Hernández. “Como departamento de antropología, tenemos un papel académico importante que desempeñar. Podemos ayudar a devolver estos objetos a su contexto cultural, y luego estas piezas, que pertenecen al pueblo mexicano, pueden ser devueltas con ese conocimiento”.